Había una vez un hermoso niño llamado Marcos, que vivía con sus padres y su hermano Luis. A Marcos le gustaba mucho salir al parque para jugar con su hermanito, le encantaba observar el atardecer y escuchar el cantar de los pajaritos, Marcos amaba la naturaleza.
Entonces un día les pidió a sus padres que lo llevaran a la playa para poder correr, jugar, saltar libremente y respirar un aire totalmente puro, los padres decidieron irse al viaje, pero se les ocurrió la grandiosa idea de invitar a la abuelita de los niños, ya que ella vivía en el campo y no podían verla frecuentemente.
De camino al viaje todos iban muy contentos conversando con la abuelita, a ella le encantaba contarles historias a sus nietos Marcos y Luis, cuando llegaron a la playa Marcos se emocionó tanto que comenzó a comer de todo lo que veía cerca, como: mango, helados, agua de coco, algodón de azúcar, etc.
Con el pasar de las horas cuando llegaron a casa Marcos se empezó a sentir mal, le dolía mucho su estómago por comer tantas cosas juntas.
Pero su abuelita era muy precavida y llevaba con ella unas hojitas de orégano, inmediatamente puso una olla con agua, cuando está hirvió le colocó el orégano y lo dejo reposar por unos minutos, Marcos bebió el té preparado por su abuelita y rápidamente sintió mejoría, ya no le dolía su estómago y le agradeció diciéndole…
´´Abuelita eres mágica y pudiste curarme, prometo nunca más comer tantas cosas a la vez´´.
FIN